El aumento de mesas disponibles para el
turismo en la V Región es notorio, y con él el surgimiento de variados
estilos y de muy buenas ofertas.
1. La Ciboulette.
Para mí, el primero. Fue pionero haciéndonos notar las diferencias (a
veces sutiles y otras más profundas) entre la cocina francesa y la suya
belga, que para muchos eran la misma cosa. Y lo veo como el ejemplo -que
quisiéramos ver repetido muchas veces- de esa tradición europea del
pequeño local para poco y selecto público, donde una pareja comparte con
eficiencia la atención de los fogones y del comedor (tareas en que el
hijo debió reemplazar en este caso al padre cuando éste murió). Su
principal gracia está en una refinada mezcla de robustez y delicadeza,
desde carnes guisadas en cerveza con repollo a cassolete de caracoles
con queso azul, almendras y Noilly Prat, estilo al que Marie Hélène, la
dueña, ha sabido incorporar los mariscos chilenos.
(1 Norte 191-A, Viña del Mar. (32) 2690084)
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Tofu a la parrilla con ponzu y jenjibre. |
2. Espíritu Santo.
El segundo, una novedad que se le parece. Con la alta protección de
este nombre (el de una antigua iglesia del sector) Manuel Subercaseaux y
su madre, Laura Moreno, que trabajó años atrás en El Huerto, han
inaugurado un hospedaje de apenas cinco habitaciones pero con amplio y
moderno restaurante. El rápido prestigio obtenido en pocos meses se
explica con el recuerdo de otro local que él tuvo: el Apolo 77. Las
recetas que ahora probé (pescados de roca, mollejas y pato, con
legumbres y mucho vegetal fresco) tienen como denominador común el uso
de productos de temporada provenientes de la zona, pero sobre todo la
firma personal, fina y rigurosa del chef.
(Héctor Calvo 392, Cerro Bellavista, Valparaíso. (32) 3270443)
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Savinya, Hotel del Mar. |
3. Savinya.
De acuerdo a sus cinco estrellas, el Hotel del Mar ofrece este servicio
gastronómico "a toda orquesta"; porque este es un restorán de lujo.
Ahora ejecutan la música los chefs Oscar Tapia y Fernando Abruzzese. En
una línea mediterránea y perfecta sincronización entre cocina y comedor,
cada nueva carta sorprende por sus pescados de roca y carnes poco
comunes, como un pichón que dejó fama no hace mucho, o el uso de licor o
queso gorgonzola en la actual. Sus precios son de nivel internacional,
pero no hay en la zona un conjunto así: estupenda instalación, paisaje,
servicio y gran carta de vinos, además de su calidad culinaria.
(Av. San Martín 199, Viña del Mar. (32) 2846238)
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Caldillo del Puerto. |
4. Montealegre.
Así se llama el comedor del hotel Casa Higueras, la otra cara de la
mejor hotelería, no de cinco estrellas sino de un tranquilo y cómodo
refugio en una antigua residencia, con espectacular vista sobre la
bahía, como otros del vecindario. Lo distingue una cocina -para público
que no aloja allí también- difícil de hallar en Chile, que alguna vez
definí como "casera de mantel largo". Excelente versión de platos
criollos y extranjeros. Tiempo atrás probé chupe de centolla, congrio en
caldillo y frito, ñoquis en tinta de calamar y cordero con higos.
(Higueras 133, Cerro Alegre, Valparaíso. (32) 2497900)
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Samsara, de cocina thai. |
5. Samsara.
Los cerros Alegre y Concepción son el epicentro de la renovación
culinaria porteña, pero quiero recomendar el que a estos barrios de
influencias europeas trajo la cocina oriental (tailandesa, pues evita la
tendencia actual de mezclar todo lo que nos suena parecido, pero es
milenariamente diferente). Aquí hay sólo la aromática comida del antiguo
Siam, con curries de todos los colores, sabores y picores, pollo,
camarones, coco, largo y fino arroz jazmín, albahaca y lemon grass;
jengibre, cardamomo y concentradas salsas de pescados y mariscos,
recreada por el chef Ariel Tapia. Es un lugar chico y acogedor.
(Almirante Montt 427, Cerro Alegre, Valparaíso. (32) 2592492)
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Cazuela, en Caruso. |
6. Caruso.
El gran mérito de Tomás Olivera al hacerse cargo de este lugar, cuando
él aún reinaba en el hotel Ritz-Carlton, fue -tanto entonces como ahora
al dar un giro en Santiago al aplaudido CasaMar-, el rescatar lo más
auténtico de la comida criolla tal como ella se practica en su propia
cuna, el puerto. Así se entiende que ofrezca "calugas" de pescado,
chorrillana o el postre "colegial". El local cumple con tal propósito
con sus cazuelas y caldillos, o la leche asada clásica, aunque se echa
de menos una presencia suya más frecuente.
(Cumming 201, Cerro Panteón, Valparaíso. (32) 2594039)
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Portofino, en Valparaíso. |
7. Portofino.
Más formal y bien instalado, su cocina se puede identificar como "ítala
chilena del mar", pues pesan allí la tradición genovesa, con abundancia
de pastas, y los productos de la costa, atracción del visitante. Éstos
no se ofrecen sólo al natural o casi, sino bastante elaborados e incluso
a veces de sabores muy fuertes, con la eficaz intervención del cocinero
que en otros lugares procuramos evitar. El "tricarpaccio" de pescado y
marisco o los "frutti di mare in gondola" simbolizaron en mi anterior
visita esa huella que, junto a una hermosa vista marina, lo han
convertido en lugar de encuentro de los políticos que frecuentan el
Congreso.
(Bellamar 301, cerro Esperanza, Valparaíso. (32) 2629939)
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Trucha con camarones. |
8. El Austriaco.
Este local comprueba la diversidad de la oferta gastronómica de ambas
ciudades, pues entre las numerosas formas de comer pescados y mariscos,
aparece este templo de una célebre tradición carnívora (y dulcera), como
es la austríaca. Algunas recetas: ciervo al roquefort, escalopa
vienesa, pernil de chancho deshuesado, chuletas kassler y pato, que
acreditan esa herencia, sumados a los clásicos postres y tortas del
mismo origen. Aquí también hay una célebre trucha rellena con camarones.
Sin embargo, la mejor recomendación no la dan los productos sino la
presencia del chef propietario, Herr Pammer.
(3 Norte 105, Viña del Mar. (32) 2683692)
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Hamburg, un símbolo del puerto. |
9. Hamburg.
Su impronta culinaria, en este caso alemana, agrega bastantes recetas
chilenas y sobre todo un aire marítimo capaz de congregar antiguos
navegantes y aficionados a las leyendas del océano. Para ello cuenta con
un ambiente evocador y algo romántico, pero también se pueden comer
suculentos perniles con chucrut, arenques y cecinas de estilo germánico,
al igual que carne mechada, Barros Luco, churrascos y chacareros Más
todavía que su buena comida, el Hamburg merece incluirse aquí como
símbolo de los viejos restaurantes del puerto.
(O'Higgins 1274, Valparaíso. (32) 2597037)
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Corvina con ostiones. |
10. La Gatita.
Confieso mi frecuente decepción con las picadas de la costa central,
pero ésta -exitosa hasta el punto de que casi siempre haya que hacer
largas colas- merece representar a las pocas realmente valiosas. La
comida es sencilla y está lejos de toda pretensión "de autor", pero con
buenos ingredientes, calidad pareja y atención oportuna. Prefiero sus
mariscos con mínima intervención, pero hay platos imbatibles, como su
versión algo distinta de las machas a la parmesana, y el congrio a lo
pobre.
(Av. Borgoño s/n, Caleta Higuerillas, Concón. (32) 2814235)
Fuente:
Diario El Mercurio
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