lunes, 23 de enero de 2012

Libreros al ataque: estrategias para sobrevivir a la marea digital


Mientras el huracán Amazon amenaza a España y los tablets se hacen más amigables, los libreros apuestan por la supervivencia. Y más. QuéLeo, Takk y Ulises han adoptado estrategias que, aseguran, darán libros de papel para rato.


    Diez veces ha tenido que cerrar la librería Juan Carlos Fau. Carabineros, gente apostada en la vitrina, reclamos y palabrotas. Mientras él, impertérrito, a puerta cerrada y con ciento cincuenta personas adentro. Y es que por la QuéLeo de Providencia han pasado los cantautores Gepe, Leo Quinteros, Camila Moreno y Javiera Parra, por nombrar a algunos. Una forma que ideó para abrir la librería al pulso de la calle, a las universidades, a los jóvenes, y fue así como entraron muchos que nunca habían pisado una librería.


    El último suceso lo marcó la firma del cómic Locke & Key. Sus autores firmaron por tres horas seguidas, provocando una fila que dio vueltas la manzana. "Te daba sensación de
país desarrollado, porque normalmente la gente hace filas para entrar al Estadio o para un recital de Justin Bieber, pero no para comprar un libro de 15 mil pesos", explica Fau. Una estrategia que mantiene desde sus inicios y que le ha dado frutos.


    A la QuéLeo se le reconoce como una librería en la que se puede encontrar desde el último best seller hasta lo más granado de la literatura. Y eso, porque Fau se ha mostrado fiel a su convicción de que para sobrevivir en el negocio hay que definirse como librero, nunca replicar un modelo, sino hacer algo particular y que responda a la comunidad geográfica en la que se está emplazada. Principios que parecen indispensables a la hora de combatir amenazas como el monopolio de Amazon, el libro digital o las ventas por internet. "Sobre las librerías que no tengan redes, tribus o comunidades, pesa una condena capital", asegura Fau, porque en el medio librero existe el consenso de que solo sobrevivirán las especializadas, con un marcado sello personal, que generalmente se lo dan sus propios dueños.


    Un buen ejemplo es Joan Usano y su librería Takk, según la describe él, "de último recurso". Explica: "No tengo una librería de público esporádico, tampoco estoy ubicado en una calle demasiado transitada, la gente no pasa por pasar, viene a Takk. Y cuando llega un público casual, es porque le han dicho que aquí puede encontrar ese libro que no está en ninguna otra parte". Su selección editorial y bibliográfica es personalizada, Usano compra lo que le gusta y reinvierte todo lo que gana. Su receta es sencilla, pero intensa. Se pasa 11 horas diarias en la librería, atiende personalmente, conversa y discute, y nunca ha creído que el cliente tenga la razón; todo lo contrario.


    Para él, ser librero es un modo de vida: "Cuando tienes calidad en un negocio es porque sacrificas el lucro, aunque nunca faltan los listillos que se van quedando con el dinero para comprarse un Mercedes. Yo no tengo auto...". Y claro, los libreros reconocen que no es un negocio para enriquecerse. A los libros se llega por placer, por pasión, no por dinero.


    Pablo Sierra, uno de los socios de librería Ulises, dice que aunque no se gana demasiado, da para vivir bien. Y el ejemplo de Ulises es notable, pues pese a ser reconocida en el medio como una librería para literatos -esto es, literatura dura, filosofía, historia, muchos anaqueles con primeras ediciones o libros de ediciones cuidadas y traducciones de excelencia-, en los últimos tres años han abierto cinco nuevas sucursales.


    También están abriéndose camino en internet. Pronto inaugurarán una página web en donde se podrán revisar, y por supuesto comprar, primeras ediciones de literatura chilena. "De Lihn, Teillier, Huidobro, Mistral, Neruda; en fin, tenemos una valiosa colección de primeras ediciones que las vamos a poner en la web y que son joyas de la literatura nacional". Así -dice Sierra-, la marca Ulises se proyecta pese a las incertidumbres en el mercado editorial: "Creo que van a coexistir el formato físico y digital, y en ese contexto es necesario definir un sello como librero".


    Y aunque los tres tienen presente que el uso de las redes en la web ayuda el contacto con sus clientes, el más osado ha sido Fau, quien lleva un tiempo abultando seguidores en Twitter, Facebook y otros medios de información. Una relación que da frutos comerciales -señala-, como le ocurrió para el mundial. Según él, no entraba nadie a la librería, y se le ocurrió proponer que si Chile clasificaba a la segunda ronda haría 40% de descuento: "Tres horas de la librería al costo... llegaron los carabineros a controlar la euforia".


Fuente: Diario El Mercurio

1 comentario:

  1. yo no cambio un buen libro, la vista no se atrofia, sin embargo con el computador pasa que se cansa muchísimo la vista. Me quedo con el papel de todas maneras. Buenos temas publicas en tu blog, llevo algunos dias leyendolo a ver si me animo a hacer uno. Felicitaciones!!!

    ResponderEliminar

Tu opinión nos interesa ...